05 marzo 2006

Hacia una cultura de alto rendimiento

Una línea de trabajo en la que trabajamos en mi empresa es la gestión del rendimiento (BPM, Business Performance Management en términos anglosajones). Es un proceso que suele llevar incluidos diferentes aspectos como evaluación del desempeño, valoración de competencias, planes de desarrollo, definición y valoración de objetivos empresariales e individuales e incluso se relaciona con otros aspectos como retribución variable.

Es un tema apasionante, éste de determinar los factores y diseñar políticas que se encaminen a mejorar el rendimiento de las organizaciones.

Según un reciente estudio de la consultora Gartner, publicado en Business Performance Management Magazine, revela las cinco características clave que son claves para tener éxito y convertirse en HPO (High-Performance Organization). Estas compañías entienden las necesidades del mercado antes que el resto y de forma más acertada, retienen a sus miembros más cualificados y se adaptan mejor a las circunstancias cambiantes.

Gartner ha comprobado estas organizaciones que comparten cinco características:
  1. Establecen objetivos ambiciosos y continuamente obtienen esos resultados.
  2. Muestran un fuerte sentido de "propósito" compartiendo y transmitiendo valores internamente y fuera de las organizaciones (con clientes, proveedores y grupos de interés).
  3. Tienen una marcada orientación estratégica (eso que de "alinear la estrategia con la gestión" que oimos de vez en cuando). Esto significa que cada empleado tiene clara su contribución a los resultados de la organización.
  4. Son ágiles, se adaptan con rapidez a los cambios en las circunstancias y responden óptimamente (me ha recordado al enfoque ágil de la programación pragmática)
  5. Un modelo de negocio bien definido, conocido y compartido por todas las áreas de la organización
Pero, por supuesto, en un tema como gestión del rendimiento no podemos obviar el activo más importante de que disponemos: las personas. Una excelente estrategia es papel mojado si no existe una buena ejecución por parte de las personas. Y es que el éxito de los resultados organizativos se basa en la calidad de nuestra gestión.

Un reciente estudio disponible en McKinsey Quarterly (requiere registro gratuito), confirma la relación causa-efecto entre las buenas prácticas de gestión y un desempeño excelente. Es decir, que aquellas compañías que aplican estas técnicas tienden a tener mejores resultados financieros. El desafío es identificar y desarrollar buenas prácticas, que se apliquen con diligencia a través de todas las funciones organizativas, estableciendo objetivos, desarrollando y reteniendo el talento.

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