11 septiembre 2006

Cinco años

Tenía billetes para ir de vacaciones a la Gran Manzana un mes después.

Estaba lavándome los dientes, cuando mi madre me dijo que una avioneta se había estrellado contra una de las Torres del WTC neoyorquino. Yo, con ese aire vaticinador que me caracteriza, le dije que no era nada, que se habrían roto algunos cristales y quizá hubiera muerto alguna persona. Nada serio.

Estábamos viendo a Matías Prats. Unos minutos después, un segundo avión se estrelló contra la otra torre. Entonces supe que no iría de vacaciones a NYC. De camino al trabajo iba escuchando la radio y cayó la primera torre. Me quedé impactado en mitad de la calle. Recuerdo exactamente dónde estaba. Más tarde la segunda. Un gran vacío en la Zona Cero y en nuestros corazones. Al menos, la Zona Cero van camino de reconstruirla.

Han pasado cinco años, y desde entonces la palabra seguridad es sinónimo de patente de corso.

Las vacaciones bien, acabamos en Mallorca. Y todavía tengo pendiente esa visita al corazón financiero del mundo.

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3 comentarios:

Unknown dijo...

Pude ver en directo (milagros de la televisión) como el segundo avión se estrellaba. Llamé por telefono a mi mujer para contarle lo que estaba sucediendo y según hablaba con ella vi como se derrumbaba una de las torres.

Quedé conmocionado, no pude seguir hablando y me eche a llorar. Me di cuenta que había presenciado como con la torre se derrumbaba el mundo en el que habíamos vivido hasta ese momento.

Anónimo dijo...

Debo ser la persona más ingenua del mundo: con el primer avión pensaba en que era imposible desviarse tanto de la ruta y no ver un edificio así para acabar estrellándose. Con el segundo, comentaba que un "accidente" así rompía todas las leyes de la probabilidad. Hasta que no pronunciaron "ataque terrorista" no le veía una explicación coherente.

Alfonso Romay dijo...

Bueno, yo tampoco estuve a la zaga...

Pero pensé que no se trataba de un avión comercial (porque me pareció imposible) sino de alguna avioneta de recreo de esas que sobrevuelan Manhattan constantemente.

Cuando se estrelló el segundo avión unos minutos después ya no había duda.