Hace unos días, David de Ugarte reflexionaba sobre el papel del mecenazgo en la innovación. En ella, incluía una referencia de Fernando Flores detacando la política de innovación de Singapur, el ambicioso proyecto iN2015 (Intelligent Nation 2015):
Imagine a global city where technology, collaboration and networking connect everyone, everywhere. Imagine a world where services, products and information are just a click away, where streamlined e-processes are an integral part of life and where security and access control are taken for granted.En 10 años, aspiran a desarrollar un modelo que fomente la creatividad e innovación, que conecte empresas, individuos y comunidades a través de infraestructuras eficientes de comunicación y, po si fuera poco, a exportar ese modelo a otros lugares del mundo. Entre las medidas, conseguir que el 100% de los hogares con niños en edad escolar dispongan de un ordenador con conexión a Internet. Ambiciosos proyectos.
Imagine a world of seamless interaction and convenience.
Imagine your world.
En este caso, lo realmente interesante es que el liderazgo del proceso ha sido dirigido por el gobierno (como ha explicado Juan en varias entradas), desarrollando un concepto de ciudad que atraiga a emprendedores, creativos e innovadores que permita atraer inversión y conocimiento.
Desde luego, el papel del Estado es imprescindible como promotor de algunas facetas de la difusión de la innovación, aunque no creo que un excesivo intervencionismo estatal sea positivo. Por otro lado, en mi opinión el caso de Singapur tiene una gran ventaja: al tratarse de una ciudad-estado, la propia concentración geográfica reduce los costes y facilita los contactos sociales necesarios para el desarrollo de redes de intercambio de información y conocimiento.
En esa línea, la propia Unión Europea ha presentado ambicioso plan de innovación de 10 puntos:
- el establecimiento de sistemas de enseñanza que favorezcan la innovación;
- la creación de un Instituto Europeo de Tecnología
- el desarrollo de un mercado único de trabajo para los investigadores;
- el reforzamiento de los vínculos entre los investigadores y la industria;
- la promoción de la innovación regional a través de nuevos programas de política de cohesión;
- la reforma de la normativa de ayudas estatales para la I+D y la innovación y mejora de las mecanismos de orientación sobre los incentivos fiscales en esta materia;
- mayor protección de los derechos de propiedad intelectual;
- el establecimiento de impuestos sobre el derecho de autor para los productos y servicios digitales;
- el desarrollo de una estrategia para los “mercados piloto” que favorezca la innovación;
- el fomento de la innovación a través de la contratación pública y privada.
Echo de menos medidas concretas en temas de desarrollo de infraestructuras como en el caso de Singapur (tendré que leerme más en profundidad el texto, quizá estén contempladas). Un reto evidente es, además, cohesionar esas iniciativas de modo que se equilibren por todo el territorio de la Unión, evitando incrementar las diferencias ya existentes. Por otro lado, se plantea otro debate interesante: ¿ hasta qué punto es necesario "proteger" la innovación con patentes y derechos de propiedad intelectual ? O al menos, ¿ es necesario en todos los ámbitos de innovación tecnológica y científica ? Porque ejemplos de innovación sin patentes también hay. Más información en: http://ec.europa.eu/enterprise/index_en.htm.
Y, ¿ dónde se quedan los mecenas de los que hablaba David ? Sigue siendo necesario estimular el papel de los innovadores privados y su actitud ante la innovación.
innovacion, Singapur, Europa
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