
Aparte de eso, impresionan mucho los cementerios Jizo (地蔵) que se pueden encontrar junto a muchos templos: Jizo es como se conoce en Japón a Kshitigarbha, un bodhisattva del Mahayana, una de las ramas del budismo. Son homenajes a los bebés nacidos muertos, los que murieron al nacer, los abortados (naturalmente o de forma inducida) o los niños fallecidos prematuramente. Realmente impresiona la veneración por la muerte.
Desde Kyoto y a sólo un par de paradas de cercanías, nos acercamos al santuario Fushimi Inari. El día estaba aplomizo y eso aumentó la espectacularidad del lugar. Es éste un santuario no muy frecuentado por turistas, que apareció también en Memorias de una Geisha. Es conocido por los miles de tooris rojos que delimitan el camino por la colina en la cual se encuentra situada el santuario. Prácticamente los 4 kilómetros del camino estábamos rodeados de toriis con un nombre grabado en la parte de atrás, procedente de las empresas o particulares que han querido dejar su “huella” para tener buena suerte.
Otro día hicimos excursión desde Kyoto a Nara. Nara (奈良) es una de las ciudades más antiguas de Japón. Sus construcciones son realmente maravillosas. Nada más salir del tren que nos llevó desde Kyoto, nuestra guía fue a la Oficina de Turismo y nos trajo planos en español (lo cual me pareció increíble). Disfrutamos mucho caminando por el parque Nara-koen donde más de 1.000 ciervos viven en total libertad y hacen las delicias de los niños y de algún turista hispánico con alma de adolescente.
La ciudad es famosa por sus templos, pero no describiré cada uno, porque visto uno vistos casi todos. Destacar únicamente el templo Kôfuku-ji (興福寺), famoso por su pagoda de cinco pisos (símbolo de la ciudad) donde Delia (una de mis compañeras de viaje) nos hizo de guía haciendo uso de sus extensos conocimientos de arte japonés en el pequeño museo.

Dentro del templo nos topamos con una excursión de un colegio, niños pequeños todos perfectamente uniformados, y obviamente no pudimos resistirnos a sacar algunas fotos. Es espectacular la organización: cada grupo de niños con un gorrito de colores diferentes, en función del grupo asignado. Un excelente método de control de los niños. Sencillo y efectivo, como todo en Japón.

2 comentarios:
Me alegro mucho que le gustara Nara. Es el lugar donde vivo actualmente y a mi tambien me parece precioso, aunque me quedo con el Nigatsu-do o el Kasuga-Taisha antes que con el Todai-ji o el Kofuku. jejeje
Un saludo enorme desde la ancestral capital nipona...
Muchas gracias Flapy!
La blogosfera hispana también desde Nara. Esto de la globalización no deja de sorprenderme...
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