Andrés, con su discurso ordenado y certero sobre el personal branding, siempre me da mucho que pensar.
Le daba vueltas a su post de imágenes veraniegas que comentaba mis experiencias en Japón y pensaba en si España tiene una marca propia como entidad "individual". Algunos publicistas suelen decir que España no tiene una marca global que la defina.
Es decir: ¿ hay algo que nos distingue ? Un rasgo verdaderamente distintivo. Rápidamente, vinieron varias palabras a mi cabeza: toros, fiesta, flamenco, paella, jamón serrano o siesta. Topicazos o nuestra aportación a la globalización. Pero no terminaban de convencerme. Necesitaba una cualidad, algo que verdaderamente representara la idiosincrasia hispánica.
Y la encontré leyendo esta noticia. Si hay una cualidad que nos distingue es... la picaresca. Al grito de "quien hace la ley, hace la trampa", los españoles tratamos de buscar esa trampa para eludir la ley. Desde Roncesvalles a Algeciras y de Coruña a Menorca, los españoles somos los reyes de la triquiñuela, intentando sacar el máximo beneficio timando al vecino, al compañero de trabajo, al cliente o al proveedor, es igual. Forma parte de nuestra esencia. Si hasta compramos "derechos" de emisión de CO2 a otros países para poder contaminar más e incumplir el protocolo de Kyoto.
Como apunta Pérez-Reverte, somos una nación de timadores, truhánes, estafadores y mercachifles. Lo demás, como decía el bardo, es silencio.
Spain, branding, picaresca
2 comentarios:
Me temo que no es un rasgo diferencial, los italianos llevan haciendo lo mismo desde que implantaron allí el carnet por puntos.
Lo que si es cierto es que hay notables diferencias en el comportamiento de gente de distintos países. Hace tiempo comenté una noticia muy relacionada que trataba Sobre la corrupción y los tickets de parking.
A mi juicio, el problema de fondo es la educación. Intenté explicarlo en El precio de los principios, pero creo que me salió una entrada demasiado larga.
Veo que has vuelto de las vacaciones cargado de energia positiva. Por si te sirve de consuelo, cada vez que salgo de nuestra amada península vuelvo con esa misma sensación: que nos hacemos tantas trampas a nosotros mismos que es imposible que nunca avancemos realmente, aunque la economía, como dijo aquel, vaya bien.
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