Pero hay una característica de la personalidad japonesa que dista mucho de la española: su distancia. El carácter latino típicamente español es más cercano, más cordial. El japonés guarda mucho las distancias, incluso con los suyos. No son nada afectivos en público y no es raro ver a una familia comiendo en un restaurante donde cada uno juega con su móvil o lee un tebeo sin apenas mirarse.
Ese "caldo de cultivo" y la falta de comunicación entre padres e hijos es la base de un problema sociológico sin precedentes: los niños caracol o "hikikomori" (ひきこもり). Hablamos de ellos cuando comentamos la conciliación familiar-laboral:
Son adolescentes y adultos jóvenes que se ven abrumados por la sociedad japonesa y se sienten incapaces de cumplir los roles sociales que se esperan de ellos, reaccionando con un aislamiento social. Los hikikomori a menudo rehúsan abandonar la casa de sus padres y puede que se encierren en una habitación durante meses o incluso años.Además, el problema se acrecienta porque los propios japoneses tratan de ocultarlo incluso a familiares cercanos.
En España, a pesar de los parecidos, la personalidad es diferente. Aquí con nuestra habitual vehemencia no creo que tardaramos en desalojar al elemento a golpe de colleja. Además, como tenemos cultura de calle, no tardaríamos mucho en salir.
Bromas aparte, via Crazy Japan, descubro un impresionante video sobre hikikomori, donde destaca la forma de rodarlo, filmando la vida en Japón con sonido ambiente y sin voz en off, y tratando el tema con los propios implicados. El video tarda un rato en descargarse, pero realmente merece la pena.
Hikikomori, Japón, adolescentes