15 febrero 2007

Minority Report a la vista

Desde Descartes, los filósofos han estado empeñados en dilucidar las relaciones entre el mundo material, el cuerpo y la mente.

Interesante el debate social que plantea un artículo según el cual ya es posible descubrir las intenciones de una persona mediante la lectura de imágenes de alta resolución del cerebro, que permiten identificar patrones de conducta antes de que se conviertan en pensamientos con un 70% de posibilidades de acierto. Lo comentan en "The brain scan that can read people's intentions":
The research breaks controversial new ground in scientists' ability to probe people's minds and eavesdrop on their thoughts, and raises serious ethical issues over how brain-reading technology may be used in the future.

The team used high-resolution brain scans to identify patterns of activity before translating them into meaningful thoughts, revealing what a person planned to do in the near future. It is the first time scientists have succeeded in reading intentions in this way.
Esto me ha recordado a aquellas computadoras capaces de leer la mente humana. Cejas levantadas, guiños o gestos de aburrimiento que permiten analizar el estado emocional del individuo. Todavía recuerdo aquel libro que ronda por casa sobre el lenguaje del cuerpo, y que tanto me impactó en la adolescencia.

Y digo interesante, pero podríamos decir controvertido el debate social que se abre con esta técnica. Desde luego, puede utilizarse con objetivos positivos, como soporte a las detenciones de terroristas o criminales. Incluso anticiparse a posibles criminales, como en Minority Report. Partiendo de una base de infalibilidad, claro. Pero, ¿ qué ocurriría si se utilizara con fines poco éticos ? Por ejemplo, en una entrevista de selección.

Reconozco que el tema me produce miedo: los avances tecnológicos que pueden significar una pérdida de las libertades individuales, como planteaba Philip Dick. ¿ Cuál es el límite ético a la hora de adueñarse del control y destino de la vida de tus semejantes ? ¿ Puede la tecnología convertirse en rasero de certeza ? Fino, finísimo el umbral que estamos cruzando. Y bastante inquietante.

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1 comentario:

Julen Iturbe-Ormaetxe dijo...

Territorios delicados pisas, compañero.