19 junio 2007

Contaminación visual: São Paulo marca tendencias

Lo veo en el blog de Tíscar: São Paulo es la primera ciudad sin publicidad en sus calles. Desde Enero, una ley municipal obliga a retirar carteles y vallas publicitarias para proteger la ciudad de la contaminación visual.

Preocupados como estamos por la contaminación atmosférica y el cambio climático, descuidamos otros aspectos de nuestra salud: la contaminación visual, no por ello menos perniciosa. Este sociedad de consumo actúa de modo salvaje a través del bombardeo continuo de nuestras retinas con publicidad de todo tipo. Estamos sobreexpuestos a millones de impulsos, normalmente invasivos, tal como describe Fernanda García:
Se ven así fachadas destruidas u ocultas por la superposición de carteles, estructuras metálicas y chimeneas. La arquitectura aparece desvalorizada y miniaturizada. El cielo oculto por cables y antenas. El espacio público desvirtuado e invadido por postes, sostenes de carteles, refugios; el tránsito peatonal entorpecido; y la vegetación destruida. Este panorama es terriblemente agresivo para el hombre común, imaginemos cuánto lo es para un discapacitado, niño o anciano.

Esta situación no sólo atenta contra la belleza del espacio urbano, sino también sobre la lectura poco clara que tienen los individuos del mismo, dificultando la identificación del habitante con su ciudad.

Una ciudad con contaminación visual denota un estado con falta de política para la ciudad, con una regulación deficitaria o inexistente del espacio público y privado. Así las ciudades se convierten en escenarios de millones de decisiones individuales despreocupadas por su entorno, que conviven formando un caos difícil de asimilar por el ojo humano.

La contaminación visual debe ser considerada definitivamente como un tema ambiental, y se debe legislar en concordancia. Se debe tomar conciencia de que no se trata solamente de intervenir sobre medidas y proporciones de carteles. El estado debe tener una política ambiental global con reglas claras y precisas cuya finalidad sea una mejor calidad de vida para todos. Así como la degradación es voluntaria y producida por el hombre también debe ser controlada y modificada por él.
Así pues, parece una buena noticia. El proceso está siendo documentado por Tony de Marco en su fotolog.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si bien entiendo un poco por donde vas, y los espacios inmaculados son respetables, el "ruido publicitario" también es urbanismo. Te diría casi que cultura.
Contaminación visual me suena bastante discutible como término: ¿son Picadilly Circus, postdamer platz, Times Square, cualquier calle del centro de Tokio, donde la publicidad es super agresiva, un entorno contaminado, o sólo un entorno artístico salvaje? ¿Sonic Youth es música o es ruido? ¿el graffiti es arte o destrucción? ¿me sigues?

Alfonso Romay dijo...

Sí, claro que te sigo, lo complicado es encontrar ese punto de inflexión donde la "cukltura" -como la llamas-, se convierte en "sobreexposición".
Recuerdo la sensación de sobrecogimiento en Tokyo, eras un blanco expuesto a una absoluta invasión.
No creo que el debate el graffitti es arte o destrucción esté completamente relacionado con el tema... me gusta el street-art pero la acumulación trae exceso y el exceso hastío. Es lo mismo que ocurre con la publicidad intrusiva: puntos donde esté concentrada no me parecen intrínsecamente malos -al contrario, tienen su función-, pero generalizarlo a todo el entorno urbano de una ciudad es lo que provoca la necesidad de regulación.

¿Es arte la publicidad de las marquesinas?