10 abril 2007

De viajes, vacaciones y expolios

Nunca fui un gran aficionado a la montaña y descubrirla en toda su amplitud con más de 30 años es una pequeña frustración. De momento, Ordesa deberá esperar: no hubo tiempo para todo. Eso sí, he conocido un poco mejor todo el valle de Tena, desde Biescas hasta el Portalet, y el sur de Francia. Y he descubierto un territorio lleno de encanto y de una naturaleza desbordante. Por no hablar de la magnífica labor de recuperación de iglesias románicas y mozárabes que realizan desde Amigos del Serrablo.

Sin embargo, también ha habido decepciones. La mayor ha sido comprobar cómo están machacando el entorno natural de los Pirineos. Desde la especulación urbanística más exagerada con la construcción de urbanizaciones de lujo y sus campos de golf hasta la sobreexplotación en forma de pistas de esquí como fuente (pienso que temporal, quizá me equivoque) de ingresos. Agresiones, al fin al cabo. Elementos extraños en un cuerpo extraño.

Los Pirineos no pueden ser, sin más, el espacio de ocio y recreo de los habitantes de la ciudad. O como fuente inagotable y barata de recursos. Es necesario un debate reflexivo y mesurado, sin presiones políticas o urbanísticas. Ya hay una Ley de Costas, pero no una Ley de Montañas.

Y creo que también se hace necesaria una conversación más fluida norte-sur. En un espacio compartido de tanta riqueza, nunca sobran las medidas consensuadas y más en zonas geográficas con las mismas problemáticas: despoblación, malas comunicaciones, escasez de actividad económica, problemas de atención sanitaria y escolar... Recordaba las sabias palabras de Messner:
Hay que buscar un equilibrio creativo entre economía y ecología, entre desarrollo y conservación. No tiene sentido abandonar las montañas, porque la erosión acabaría con ellas. Pero también debemos protegernos contra la sobreexplotación.
Y es que todos somos responsables de la preservación y del uso racional de un entorno que sufre tanto nuestros desmanes. Parece deshonesto darle infraestructuras a cambio de urbanizaciones, de obtener lo que necesita para su desarrollo como compensación al desastre que se avecina. Es una lástima que el futuro de estas zonas sea el turismo masivo de nieve o la emigración.

UPDATE: Por cierto, blogobrother, que hicimos en coche gran parte del recorrido de la Quebrantahuesos (sólo nos faltó la ascensión al Col de Marie Blanque que estaba cerrado) y tienes mérito, mucho mérito. Madre mía, lo que te espera.

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3 comentarios:

Julen Iturbe-Ormaetxe dijo...

Estoy en crisis carretera. A mí lo me tira es el monte. Tengo que reflexionar.

Anónimo dijo...

El propio Gobierno de Aragón, ha reconocido que las estaciones de esqui que promuebe son ruinosas y que "tiene" que especular para compensar perdidas. Promover negocios que se sabe a priori que ya son ruinosos es la peor opción de futuro, pero es la que se ha tomado ¿harias algo así en tu empresa?.
Hay una propuesta de Ley de las Montañas presentada por inicitiva popular con mas de 20.000 firmas (solo eran necesrias 10.000) fue rechaza porque impedia la especulación.

Anónimo dijo...

Hola Alfonso. Enhorabuena por esta narración. Soy un enamorado del Valle de Tena y de Panticosa.

Allí llevo yendo a desconectar desde los 7 años, y ahora ya superada la cuarentena me parece con igual de encanto que entonces. Bueno, ahora mucho más masificado y muy distinto.

Desde luego Aramón, el holding público de la nieve, condiciona las inversiones a cambio de terrenos que utiliza para edificar hoteles y apartamentos. Así con la plusvalia que se genera invierte en las estaciones del pirineo.

¡Qué pena! y luego dicen que es de capital público (50% del Gobierno aragonés) pero actuan como empresas privadas.

Saludos